sábado, 28 de noviembre de 2009

Futbolistas españoles de leyenda. Arza.


Juan Arza Íñigo (Estella 1923-Sevilla 2011).

Uno de los equipos que menos acusó la Guerra Civil fue el Sevilla. En 1939 volvieron a jugarse Liga y Copa tras el obligado parón. No quedaban lejanos los ecos de la Copa de 1935 ganada brillantemente al Sabadell; aquella de los Eizaguirre, Torróntegui y Campanal I, cuando en 1939 se proclamó Campeón de la primera Copa del franquismo, una de las ediciones más tramposas, si no la que más, donde en la final vapuleó 6-2 al ¡¡¡Racing de Ferrol!!!. Si se es un poco perspicaz se adivinará por qué califico a esta edición copera de tramposa. No se entiende desde un punto de vista lógico como un equipo como el Ferrol pudo llegar tan lejos en una competición si no es porque Franco era ferrolano.
En aquel año mágico del sevillismo no sólo se ganó la Copa, sino que en Liga acabaron segundos y a un sólo punto del ganador, el Atlético Aviación. Buena "culpa" de tales éxitos la tuvo su delantera. López, Pepillo, Campanal I, Raimundo y Berrocal fueron conocidos como la delantera "stuka", nombre muy poco apropiado en honor de los Stukas; cazabombarderos nazis que resultaron de gran ayuda para que el bando fascista ganara la Guerra Civil. Esta famosa y temida delantera fue responsable de goleadas escandalosas como el 11-1 al Barcelona o el 10-3 al Valencia, ambas en la temporada 40-41, temporada en la que el Sevilla acabó quinto, a siete puntos del Atlético Aviación, pero con setenta goles a favor en veintidós partidos.
Los Stukas jugaron juntos por última vez en la temporada 42-43, siendo subcampeones por detrás del Athletic. Al progresivo desmantelamiento de la famosa delantera le siguió un lógico declive que desembocó en un muy mediocre décimo puesto en la temporada 44-45. Un año antes, el Sevilla había puesto los ojos en un joven navarro que jugaba en el Málaga y que respondía al nombre de Juanito Arza.
El joven Arza se inició en el fútbol destacando en el equipo de su pueblo, el Izarra. Un comerciante con contactos en Barcelona se queda asombrado con él y le propone viajar hasta la Ciudad Condal para realizar unas pruebas con el Español, pero Juanito se siente muy solo en Barcelona y vuelve a Estella, para acabar poco después enrolándose en el Alavés. En el conjunto vitoriano realiza una gran temporada, hecho que no pasa desapercibido para equipos como el Real Madrid y el Athletic, que se fijan en las cualidades del chaval y lo quieren fichar. Finalmente se decide por el Athletic, que le ofrece cinco mil pesetas como adelanto pero; a última hora, el Málaga le ofrece veintisiete mil pesetas por dos años y recala en el club costasoleño, que intentaba el asalto a la primera división. El conjunto blanquiazul no sólo no logra subir, sino que acabaría bajando a tercera. Numerosos clubes de primera división se pelean por hacerse los servicios de Arza, pero es finalmente el Sevilla quien se haría con el navarro por 280.000 pesetas, dos partidos amistosos con la recaudación íntegra para el Málaga y la posibilidad de cesión de jugadores. Su gran calidad y lo costoso del fichaje hizo que en Nervión se le conociera como "el niño de oro". En 1943, con veinte años recién cumplidos, Arza es fichado con la intención de hacer olvidar a los míticos Stukas.
En su debut con el Sevilla, Arza le hece tres goles al Sabadell, y en la jornada siguiente, dos al Madrid en Chamartín. Aquella temporada el Sevilla acabaría tercero y Arza comenzaba a ser idolatrado por la hinchada sevillista.
Pero es en la temporada 45-46 cuando el Sevilla consigue uno de sus mayores éxitos, sólo superado por las recientes conquistas de la UEFA de 2006 y 2007, al lograr el campeonato de Liga. El gol de Araújo en Les Corts le dio al Sevilla el punto que necesitaba para ganar su, hasta ahora, único campeonato liguero. Juanito Arza disputa todos los partidos de esa temporada y marca catorce goles, siendo pieza fundamental en la consecución del campeonato. En la temporada siguiente a Arza le llueven las ofertas. Madrid, Barcelona, San Lorenzo de Almagro y River Plate pugnan por hacerse con sus servicios. Los gallinas llegan a ofrecerle 800.000 pesetas, pero El niño de oro prefiere quedarse en Nervión; donde en 1948 marca uno de los goles en la final de Copa que el Sevilla gana 4-1 al Celta. Esta época dorada del Sevilla de Juan Arza se cierra con el subcampeonato de la Liga 56-57 y su posterior participación en la Copa de Europa, donde los palanganas llegaron a los cuartos de final. Anteriormente, el Sevilla sería subcampeón de nuevo en la 50-51 y subcampeón de Copa en 1955, final ésta en la que fue derrotado por el Athletic por 1-0. Durante dieciseis temporadas, Juanito Arza defendió la camiseta sevillista, marcando 182 goles, cifra ésta aún no superada por ningún otro jugador. Fue dos veces internacional con la selección española y ganó un trofeo Pichichi en la temporada 54-55 al marcar 28 goles.
Ambidiestro, físicamente portentoso y con un regate letal por ambos perfiles, no son de extrañar sus registros goleadores a pesar de no ser delantero; porque Arza era interior, pero con una proyección ofensiva y una llegada tremendas; hasta el punto que dos de sus entrenadores, el irlandés Patrick O'Connell -también técnico del Betis que ganó la Liga- y "el Mago" Helenio Herrera le dejaban jugar por donde quisiera, al estilo de algunos dieces brasileños (Pelé, Rivaldo, Djalminha o Ronaldinho por citar algunos).
En 1959 se retira en el Almería y vuelve a Sevilla para dedicarse a su familia y a sus negocios -regentaba una tienda de deportes "Deportes Arza" junto a su hermano-, pero lo compagina con habituales y recurrentes llamadas del club sevillista para hacerse cargo del banquillo en situaciones comprometidas. Hasta cuatro veces hubo de sentarse en el banquillo para salvar al Sevilla del descenso, consiguiéndolo tres veces y ascendiendo al equipo en la temporada 68-69. Harto de ser el salvavidas del Sevilla y de la ingratitud de sus dirigentes, Arza acepta una oferta del Celta. En el club olívico permanece hasta la temporada 72-73, llevándolo incluso a disputar la Copa de la UEFA en la temporada 70-71, tras quedar en una meritoria sexta plaza en la competición doméstica. Tras volver una vez más al Sevilla y, una vez más, decepcionado con su directiva, inicia un periplo que lo lleva a ocupar los banquillos del Cádiz y Deportivo, pero sus negocios hacen que ya regrese a Sevilla de manera definitiva.
Convertido en un sevillano más, a sus ochenta y seis años Juan Arza todavía seguía ejercitando su cuerpo y era habitual verle corriendo y estirando en las instalaciones del club de sus amores. En Junio de este mismo año, el presidente sevillista José María del Nido, le hizo entrega del primer "dorsal de leyenda" del Sevilla; merecidísimo homenaje al que ha sido el mejor jugador sevillista de todos los tiempos.
Un 17 de Julio de 2011, el gran Juanito Arza moría en Sevilla a los 88 años a causa de un cáncer. El mejor jugador de la historia del Sevilla lo seguirá siendo por tiempo indefinido a mi parecer, por mor de este asqueroso fútbol moderno donde el amor a una camiseta, en el 90 por ciento de los casos, no tiene nada que hacer ante la dictadura del dinero, la falta de escrúpulos de los representantes y la escasísima formación e inteligencia de buena parte de los futbolistas.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Futbolistas españoles de leyenda. Gaínza.


Agustín Gaínza Bikandi (Basauri 1922-1995).

Cualquier aficionado mayor de treinta años medianamente entendido sabe recitar de memoria la delantera más famosa del fútbol español. Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza llevaron al Athletic de los años cincuenta a escribir las más brillantes páginas de su larga historia. Tal fue el impacto de este equipo que muchísimos chavales de la época, que ahora rondan los sesenta y setenta años se hicieron hinchas del Athletic; identificados sobre todo por la filosofía del club vasco, en contraposición a los otros equipos poderosos de la liga, que ya comenzaban a jugar con extranjeros -Di Stéfano en el Madrid o Kubala en el Barça-. De esta delantera mágica sobresalieron dos nombres. Telmo Zarra, que estará presente en un próximo capítulo, y nuestro protagonista, Piru Gaínza.
Se cuenta que el Gaínza más joven era un niño bastante apático y con poco apego al fútbol. Solía jugar de portero para no tener que correr y parece que no lo hacía mal del todo, pero por ser zurdo lo trasladaron desde la portería a jugar en la banda izquierda y así comenzó a gestarse la carrera del mejor extremo izquierdo del fútbol español en toda su historia.
Comenzó a destacar en el Basconia de tal manera que, con apenas diecisiete años, el Athletic lo fichó; debutando en Mendizorroza contra el Alavés e ir alternado con el filial y el primer equipo hasta su definitiva consolidacion en el mismo, en la temporada 41-42.
El joven Gaínza pronto se convirtió en indiscutible amo de la banda izquierda de San Mamés, cogiendo el relevo de "Bala Roja" Gorostiza, ya en el ocaso de su carrera; sin embargo, Gaínza era otro tipo de extremo. Gaínza no jugaba pegado a la cal como Gorostiza, sino que era más técnico. Aunaba velocidad, un dribbling prodigioso y una precisión sin igual en el centro; en cambio, Gorostiza era más veloz, bastante más goleador y físicamente más potente.
Aunque fue Panizo el primero en llegar de los "cinco magníficos", Gaínza era el capitán y el alma del equipo. Un equipo irrepetible que conquistó dos ligas -42/43 y 55/56- y siete copas, siendo el jugador que más copas ha conseguido. De todas estas copas, una de ellas, la ultima,de 1958, tiene una significación especial. En la final conocida como la de "los once aldeanos", el Athletic le ganó al Madrid de Di Stéfano en Chamartín en un partido memorable y heroico a todos los efectos. La Federación se negó a la petición del Athletic para que el partido se jugara en campo neutral y hasta Madrid llegaron miles de seguidores bilbainos para apoyar a su equipo. El Athletic ganó 2-0 con goles de Arieta I y Mauri. Di Stéfano fue literalmente secado por Etura y, como el propio crack argentino reconoció, el Athletic fue un justísimo ganador. Gaínza, como capitán, fue el encargado de recoger una vez más la Copa de manos de Franco, al que le espetó una auténtica bilbainada cuando le daba la mano. "Hasta el año que viene", le soltó Piru al dictador. Un equipo de once vascos, "once aldeanos" se había atrevido a ganarle al campeón de Europa, en su estadio y superando todas las adversidades posibles.
Con la selección española, Gaínza disputó 33 partidos marcando diez goles. De estos partidos destacan dos. Un amistoso contra Irlanda de donde le vendría el apodo de "El gamo de Dublín" y sobre todo, el partido frente a Inglaterra del Mundial de Brasil de 1950. En uno de los partidos más célebres de la selección española, Gaínza sirvió de cabeza el pase a Zarra para que éste marcara el gol que dejaba fuera a la "pérfida Albión" y clasificaba a España para disputar la fase final, que perdería ante Brasil. Tanto Zarra como Gaínza fueron elegidos en el once ideal de aquel mundial.
Pero quizás la hazaña más destacada de Piru Gaínza se produjo en 1947. Aquella temporada el Athletic vapuleaba 12-1 al Celta y nuestro protagonista marcó nada menos que ocho goles.
Justo una temporada después de la famosa final de los once aldeanos, Gaínza decidía colgar las botas, siendo el último en retirarse de aquella mítica delantera y actuando como puente de otra magnífica generación del Athletic, compuesta entre otros por Carmelo, Garay, Mauri, Maguregui, Arieta o Uribe. Veinte años vistiendo la zamarra rojiblanca y dando ejemplo de amor hacia unos colores.
Pocos años después de retirarse, Gaínza entrenó al Athletic desde 1965 a 1969, llegando dos veces a disputar la final de Copa y perdiendo ambas, pero con el honor de haber eliminado al Liverpool en la UEFA de 1968 Entrenador que gustaba del fútbol directo y de fuerza, procuró siempre inculcar a sus jugadores la misma humildad y campechanía que él llevaba a gala, haciendo todo lo posible para que tuvieran los pies en el suelo. Bajo su mando salieron jugadores como Iríbar, Txetxu Rojo o Javi Clemente.
De éste último fue su principal valedor cuando subió del filial a dirigir al primer equipo cuando apenas contaba treinta años. El Rubio de Barakaldo siempre agradeció los sabios consejos de Gaínza y su increíble capacidad como ojeador y se vanagloriaba de tenerlo como amigo. En un discreto segundo plano, fue en parte responsable de los éxitos cosechados por el Athletic en los años ochenta -Liga 82-83, 83-84 y Copa del 84- y artífice de la subida al primer equipo de jugadores como Goikoetxea, Liceranzu, Urtubi, Endika o Sarabia; y de la posterior generación de los Alkorta, Mendiguren, Urrutia, Garitano o Larrazábal.
El día de Reyes de 1995, Gaínza moría de un infarto en su casa de Basauri. Más de tres mil personas acudieron al funeral y muchas se quedaron sin poder entrar a la iglesia. En su pueblo, una de las principales calles lleva su nombre, la Piru Gaínza Kalea.

martes, 24 de noviembre de 2009

Futbolistas españoles de leyenda. César.


César Rodríguez Álvarez (León 1920-Barcelona 1995).

El fin de la Guerra Civil española supuso un empezar de cero para, prácticamente, la totalidad de los clubes. Especialmente perjudicados fueron los equipos catalanes y vascos, pero quien más quien menos, todos sufrieron la pérdida de algún jugador, ya fuera por motivo de exilio o, directamente por muerte en combate. Enormemente dolorosa resultó ser la situación del Barcelona. En 1936 su presidente Josep Sunyol fue fusilado al internarse por error en zona nacional, cerca de Guadalajara, cuando se dirigía en coche a Madrid; en 1937 el Barcelona recibía una invitación para jugar una serie de partidos amistosos en México, que tuvieron su continuación en otros cuatro en Nueva York. De los veinte expedicionarios que zarparon de Barcelona sólo volvieron ocho. Durante la contienda, en 1938, murió el blaugrana Ángel Arocha, que combatía en el bando nacional.
Ante semejante panorama, el Barça se vio obligado a resurgir de sus cenizas. Con un equipo descabezado, a punto estuvo de disputar la promoción de descenso la temporada 39-40 que ganó el Atlético Aviación -la del reinicio de la Liga-; aunque peor fueron las cosas en la 41-42, donde sí hubo de jugarse la permanencia contra el Murcia, permanencia que se acabó consiguiendo.
En esa misma aciaga temporada, el Barcelona recuperó del Granada a un joven delantero que fichó dos años antes del Frente de Juventudes de León y por el que pagó mil pesetas. Su nombre era César Rodríguez.
Cuando el Barça fichó a César sólo contaba diecisiete años y al año siguiente (1940) fue llamado a filas, tocándole realizar el servicio militar en Granada, donde alternó sus obligaciones castrenses con su participación en el Granada Club de Fútbol que por primera vez ascendió a la máxima categoría.
Ya de pleno derecho en la disciplina azulgrana, César adquirió el mismo tono grisáceo de sus compañeros de la primera mitad de los cuarenta, bajo la presidencia del Marqués de la Mesa de Asta, que no se mitigó ni con la consecución de la Copa de 1942.
1944 fue un año clave en la historia del Barcelona y de César en particular. Tras volver de su periplo en Francia y tras permanecer unos años apartado de cualquier actividad por ser republicano, Josep Samitier -el mejor jugador de la historia del Barça con permiso de Kubala, Guardiola o Luis Suárez (omito deliberadamente a Johan Cruyff)- se hace cargo del banquillo azulgrana. El Mago le dio un aire nuevo a un equipo abúlico con un halo permanente de fracaso y le devolvió la ilusión del triunfo; consiguiendo la Liga ganando en la penúltima jornada 5-2 al Athletic, con el 5-0 al Madrid de Bernabéu como victoria más significativa. De la mano de Samitier, la segunda edad de oro del Barça había comenzado.
No se entiende la figura de César sin Samitier. Su primera temporada coincide con la explosión como goleador del leonés. 15,11 y 10 goles fueron el bagaje de César durante las tres temporadas que Samitier permaneció en el banquillo. Con el relevo de Samitier por el uruguayo Enrique Fernández, las cifras goleadoras de César continuaron engordando, así como con los sucesivos entrenadores que dirigieron al Barcelona, entre ellos ilustres como Fernando Daucik; llegando a marcar 29 goles en 24 partidos en la temporada 50-51, temporada en la que el Barcelona acabó cuarto. A pesar de su regularidad goleadora en las quince temporadas que permaneció en el Barça, "el Pelucas" -apodo por el que se le conocía debido a su galopante alopecia- sólo se proclamó máximo goleador en una sola ocasión, en la temporada 48-49, con 28 goles. Hay que matizar que César tuvo la "mala suerte" de coincidir al principio de su carrera con nueves como Pruden y Mundo; y después con el mejor delantero centro de la historia de España: Don Telmo Zarraonaindía.
Implacable cabeceador, César además destacó por su golpeo con las dos piernas y su elegancia de movimientos. Cronológicamente, César fue el primero de aquella mágica delantera constituida por él mismo, Basora, Kubala, Moreno y Manchón; la delantera del Barça de las Cinco Copas de la década de los cincuenta; las tres primeras consecutivas 51,52 y 53. El palmarés de nuestro protagonista se completa con la consecución de cinco Ligas (44-45,47-48,48-49,51-52 y 52-53) y doce internacionalidades con la selección, siempre tras la alargadísima sombra de Zarra.
La temporada 54-55 fue la última de César en el Barcelona. El poco tacto que italiano Puppo tuvo con el delantero, al que daba por acabado, precipitó su salida por la puerta de atrás, algo que sin duda no merecía. El tal Puppo sólo permaneció en el club esa temporada al acabar segundo a cuatro puntos del Madrid. Le sustituyó en el banquillo otra leyenda azulgrana: el mítico portero húngaro Franz Platko, al que Alberti dedicó un famoso poema.
César regresó a su tierra para jugar un año en la Cultural Leonesa y acabar su carrera como futbolista en 1958 en el Elche. Entre medias un breve paso por el fúbol francés defendiendo los colores del Perpignan.
Como entrenador dirigió al Barcelona en 1963, dimitiendo a la temporada siguiente tras ser multado por la directiva junto al resto de la plantilla por un partido desastroso ante el Levante. Volvió en 1980 como segundo entrenador del Barça con su antiguo compañero y gran amigo Kubala, pero el húngaro fue cesado y sustituido por Helenio Herrera. Retirado definitivamente de todo lo relacionado por el fútbol, César moría el 1 de Marzo de 1995. A día de hoy sigue siendo el máximo realizador de la historia del Barcelona con 235 goles, 195 en Liga.

Futbolistas españoles de leyenda. Unamuno.


Víctor Unamuno Ibarzábal (Bergara 1909)

Esta leyenda viva del fútbol español es considerada como uno de los últimos grandes jugadores anteriores a la guerra, aunque acabada ésta siguiera jugando varias temporadas más a un nivel muy destacable.
Siendo guipuzcoano, Unamuno dio sus primeros pasos como futbolista en Vitoria, primero en el Aurrera y más tarde en el Alavés, de donde en 1928 lo fichó el Athletic.
Con el club bilbaino tuvo el honor de formar parte de la primera alineación en Liga de su historia, el 10 de Febrero de 1929, en partido que le enfrentó a la Real Sociedad y que acabó con empate a uno. Continuó jugando en Bilbao durante cinco temporadas más, donde se proclamó campeón de Liga en las temporadas 29-30 y 30-31 y de cuatro Copas consecutivas, que van del 30 al 33, pero sus últimos años en el Athletic de la República los pasó más en el banquillo que en el terreno de juego, relegado a éste por uno de los mejores delanteros centro que han vestido la camiseta rojiblanca: Agustín Sauto "Bata".
Viéndose obligado a probar fortuna fuera del Botxo, Unamuno toma la decisión más importante en su carrera como futbolista al fichar por el Betis en 1933.
En 1931, siendo equipo de Segunda, el Betis alcanza la final de Copa, que perdería ante el Athletic; y un año más tarde se convierte en el primer equipo andaluz en jugar en Primera División, donde obtiene un más que meritorio quinto puesto al final de la temporada. La temporada 33-34 es la de la consolidación en la élite con la llegada de Unamuno y Lecue para reforzar la delantera, uniéndose a la hornada de jugadores vascos -el portero Urquiaga, el defensa Areso y el centrocampista Soladredo- que conformaban la plantilla verdiblanca. En la temporada 34-35 el Betis se proclama campeón de Liga al vencer 0-5 al Racing en el Sardinero con un hat-trick de nuestro protagonista. Cualquier aficionado bético que se precie de serlo recitará de memoria el once formado por Urquiaga; Aedo,Areso; Peral,Gómez,Larrinoa; Saro,Adolfo,Unamuno,Lecue y Timimi, porque hasta la fecha, jamás el Betis ha logrado repetir título liguero. Ese mismo año, el Sevilla ganó la Copa venciendo 3-0 al Sabadell, haciendo de 1935 un año mágico e irrepetible para el fútbol sevillano.
El inicio de la Guerra Civil sorprendió a Unamuno pasando las vacaciones en su tierra, considerada zona roja, por lo que no pudo regresar a Sevilla, de las primeras ciudades en caer en manos fascistas, al mando del general Queipo de Llano.
Al término de la guerra, Unamuno emprende su segunda etapa en el Athletic; descabezado al haberse exiliado muchos de sus jugadores, pero donde comenzaban a salir jóvenes valores como Gainza, Bertol o Nando. En la temporada 39-40 se proclama máximo goleador con veinte goles; justo premio a un gran ariete que tuvo la mala suerte de coincidir con otros nueves prodigiosos como Lángara o Bata, que impidieron que fuera internacional.
Unamuno se retiró del fútbol en 1943, disputando 144 partidos en Primera y marcando 106 goles en doce temporadas y es, posiblemente, junto con Luis del Sol y Gordillo; el mejor jugador de la historia del club de las trece barras.

Futbolistas españoles de leyenda. Lángara.


Isidro Lángara Galarraga (Pasaia 1912- Andoain 1992)

Bien es sabido que el fútbol en España penetró por Huelva, pero algo más tarde lo hizo vía Euskadi; y es allí donde de verdad cuajó y se extendió al resto del país. Así, no es de extrañar que numerosos jugadores vascos se hicieran grandes en equipos de fuera de Euskal Herria. Especialmente en las décadas del 30 y del 40, nombres como los de Unamuno en el Betis, Eizaguirre y Arza en el Sevilla, Mundo en el Valencia o, como nuestro protagonista en el Oviedo; convirtiéronse en referencias de sus respectivos equipos.
Lángara comenzó a jugar en distintos equipos de su tierra hasta que, a los dieciocho años, el Oviedo se fijó en él y lo fichó del Tolosa. Con el conjunto azulón logró el ascenso a Primera en 1933. En las tres temporadas siguientes, el Oviedo sorprendió a propios y extraños con unos números de ensueño (3º las temporadas 34/35 y 35/36, con una media cercana a los 60 goles a favor en el conjunto de las tres temporadas), con Lángara como máximo goleador de la competición en las tres temporadas anteriormente mencionadas. La delantera compuesta por Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín era conocida como la "delantera eléctrica", recitada de carrerilla como otras tantas anteriores y posteriores a ésta. Ni que decir tiene que jamás el Oviedo ha logrado repetir semejante hazaña en su larga historia, pues sobrevino la Guerra Civil y sumió al país en general y al fútbol en particular en el más denso de los agujeros negros. Esta etapa de Lángara hasta el estallido de la guerra puede resumirse en dos estadísticas apabullantes: 281 goles en 220 partidos oficiales con el Oviedo y 17 goles en 12 internacionalidades con la selección española.
Miembro del Frente Popular, Lángara combatió en el bando republicano. Una vez caído el Frente Norte en manos del bando fascista, Lángara se enroló en la Euskal Selekzioa en 1937 para marchar un año después a hacer la gira americana con el combinado vasco. Se proclama subcampeón de la liga mexicana la temporada 38/39 y marcha a Argentina para fichar por San Lorenzo de Almagro, donde jugaba Ángel Zubieta, compañero y amigo suyo que recomendó su fichaje. En su primer partido con la camiseta azulgrana le marcó cuatro goles a River en 45 minutos, lo que le convirtió desde primera hora en un ídolo para la afición de San Lorenzo. En las tres temporadas que jugó para el Ciclón de Boedo marcó 110 goles en 198 partidos, siendo aún hoy día, el séptimo máximo goleador de su historia.
Disputando San Lorenzo de Almagro una gira por México, a Lángara lo fichó el Club España, con el que consiguió ser campeón de Liga y Copa de México y máximo goleador en dos ocasiones; hasta que en 1946 decidió regresar a España para quemar sus últimos días como jugador, de nuevo en el Oviedo; donde a pesar ya de encontrarse en el ocaso de su carrera, firmó dos buenas temporadas.
Descontento con la situación en la que se encontraba la España de la posguerra, Lángara volvió a México para retirarse como jugador e iniciar una breve carrera como técnico que le llevó a proclamarse campeón de Copa en 1953 con el Puebla.
Quiso Lángara regresar a su tierra para disfrutar de los últimos años de su vida y, en 1992 moría en su Guipúzcoa natal este formidable jugador. Sin lugar a dudas, el mejor delantero centro de la década de los 30 y el mejor futbolista de la historia del Real Oviedo, ésto último de largo.

Futbolistas españoles de leyenda. Gorostiza.


Guillermo Gorostiza Paredes (Santurtzi 1909-1966)

Gorostiza es considerado unánimemente como el primer gran extremo izquierdo del fútbol español y el primero anterior a la guerra. Tras ésta surgieron, primero Gaínza y después Gento, pero Gorostiza fue el pionero y, en el caso particular de Piru Gaínza, también su tutor futbolístico en el Athletic.
Gorostiza comenzó jugando en el equipo de su pueblo, del que pasó en 1927 al Arenas de Getxo para, poco después, marchar a Ferrol para cumplir el servicio militar; donde se enroló en un equipo modesto de allí, el Inferiños. En su primer partido con este equipo, se enfrenta al Español y consigue marcarle un gol al gran Ricardo Zamora, por lo que su fama se acrecienta; y media España batalla por hacerse con sus servicios. Finalmente, el Athletic se llevó al veloz extremo zurdo, tras unas arduas negociaciones con el Arenas, que lo reclamaba como suyo; pues era su club antes de irse a la mili.
Su fichaje por el Athletic se produjo en la temporada 29-30. "Bala Roja", como era conocido, fue la pieza que le faltaba al engranaje de la delantera rojiblanca, la primera de las tres grandísimas delanteras bilbainas, conocida como "la delantera maravillas" e integrada por Lafuente -considerado el mejor extremo derecho del mundo en Italia 1934-, el Chato Iraragorri, Bata -prodigioso ariete ubicado cronológicamente entre Pichichi y Zarra-, Chirri II y el propio Gorostiza. Su temporada de debut se salda con la conquista de la Liga,donde fue el máximo goleador, Copa, y la llamada a la selección. Esta temporada sólo fue el preámbulo de una impresionante racha donde se ganaron las Ligas 29-30, 30-31, 33-34 y 35-36; y cuatro Copas de manera consecutiva. 30,31,32 y 33. Además, Gorostiza formó parte de la selección española que disputó el Mundial de 1934. Bala Roja se encontraba en el apogeo de su carrera, pero se le cruzó la Guerra Civil. Tal hecho marcó un antes y un después en su trayectoria.
Como consecuencia de la contienda, la Liga quedó suspendida y los equipos de fútbol se limitaban a disputar amistosos. A instancias de Aguirre, lehendakari en el exilio, en 1937 se crea la Euskal Selekzioa (selección vasca); con sede en Francia y cuyo objetivo era el ir de gira por diferentes países europeos para recaudar fondos en favor del bando republicano. Gorostiza participa en todos los encuentros de la maratoniana gira, pero a la vuelta de Francia, la selección decide cruzar el Atlántico. Gorostiza decide regresar a España junto a unos pocos compañeros, mientras que el resto de compañeros de selección se instalan en México. La selección de Euskadi participa en el campeonato mexicano, ganándolo en la temporada 38-39. A Gorostiza no le fueron tan bien las cosas.
La temporada 39-40 marca el inicio de la primera Liga de la posguerra, y Gorostiza vuelve al club de sus amores. Ya veterano y relegado al banquillo en favor de un jovencísimo Gaínza, Gorostiza sale de San Mamés por la puerta de atrás y es traspasado al Valencia por 50.000 pesetas. En el Valencia reverdece viejos laureles y gana las Ligas 41-42 y 43-44 y la Copa de 1941; formando otra delantera de ensueño al lado de Mundo, Epi,Amadeo y Asensi. Tras abandonar el Valencia, deambula por equipos de medio pelo (Barakaldo, Logroñés) y se retira en el modestísimo Trubia asturiano. A partir de su retirada inicia un declive en lo personal que lo lleva a ser protagonista de la película de Manolo Summers "Juguetes rotos", estrenada en 1966. Ese mismo año, Guillermo Gorostiza, el mejor extremo izquierdo de su época; moría solo y alcoholizado en un asilo.

Futbolistas españoles de leyenda. Quincoces.


Jacinto Fernández de Quincoces y López de Arbina (Barakaldo 1905- Valencia 1997).

Tradicionalmente, la gloria en el mundo del fútbol se la han llevado los delanteros, por ser ellos quienes han de marcar los goles; los dieces, por ser el diez el número que, habitualmente, luce la estrella del equipo y, en menor medida, porteros de leyenda como Carrizo, Yashine o Banks. Los que casi nunca son protagonistas de la fama son los defensas, menos aún en la época antigua donde sólo se jugaba con dos (luego con tres tras la implantación de la WM). Pero si hay un defensa que fue el primero en la historia del fútbol en ganarse a pulso tal pasaporte a la fama, ese fue Jacinto Quincoces, considerado el mejor defensor del mundo en su época. Así de simple y rotundo.
Jacinto Quincoces nació en Barakaldo, pero muy pronto hubo de mudarse a Vitoria con su familia. A la temprana edad de trece años, el Alavés se fija en él y le hace jugar en un partido contra Osasuna; sin embargo, no cuaja y decide regresar a Barakaldo, donde peregrina por varios equipos locales hasta que, de nuevo, el Alavés vuelve a poner los ojos en el joven Quincoces, esta vez de manera definitiva.
Con el Alavés, Quincoces es protagonista del primer ascenso a primera de la historia alavesista en 1930 y, en la temporada 30/31 su equipo se convirtió en la revelación de la primera vuelta del campeonato, liga que acabó ganando el Athletic. A partir de ahí, al cuadro vitoriano se le conoció como "El Glorioso", apelativo con el que aún se le denomina. Tras esa temporada, el Alavés fue desmantelado por otros equipos. Lecue marchó al Betis, el portero Beristain fue fichado por el Donostia (Real Sociedad en la II República) y Quincoces, junto con su compañero en la zaga Ciriaco y el delantero Olivares, ficharon por el Madrid.
Con el Madrid, Quincoces formó una defensa legendaria con el ya mencionado Ciriaco y Ricardo Zamora en la portería. Con semejante línea defensiva no es de extrañar que el Madrid ganara sus primeros campeonatos de Liga: 31/32 y 32/33, con sólo 15 y 17 goles encajados.
Eran estos años de alternancia entre el Madrid y el Athletic. Cuando uno ganaba la Liga, el otro hacía lo propio con la Copa y viceversa; así el Madrid ganó la Copa de 1934, año clave para nuestro protagonista.
Todavía en el Alavés, Quincoces probó la internacionalidad en un partido contra Inglaterra en el Metropolitano de Madrid un verano de 1929. Aquel día, la selección inglesa fue derrotada por primera vez en Europa y Quincoces tuvo una actuación estelar. Las crónicas de la época cuentan que salió a hombros del estadio.
En 1934, ya con un Quincoces consagrado, España acudía por primera vez en su historia a un Mundial, mundial celebrado en la Italia de Mussolini y donde la selección azzurra tenía que ganarlo sí o sí. En el primer partido, España gana 3-1 a Brasil y en el siguiente se las tienen que ver con la anfitriona. Se empata a uno al final del partido y de las prórrogas, por lo que se tiene que disputar un partido de desempate al día siguiente, donde a la selección española le roban descaradamente y queda eliminada. Quincoces saldría de aquel mundial amañado como el mejor defensa del mundo.
Tras la experiencia mundialista, a Quincoces le daría tiempo aún a ganar una Copa más con el Madrid. La de 1936 al Barcelona, famosa por ser aquella en la que Ricardo Zamora lo paró todo, incluído un tiro del azulgrana Escolá que hubiera significado el empate a dos.
Tras finalizar la Guerra Civil, ya veterano, Quincoces permaneció un par de temporadas más jugando hasta que en 1942 se retiró, comenzando un periodo en los banquillos que le llevó a ser seleccionador español en 1945. Al año siguiente conquistó una Liga entrenando a su Madrid. Muchos años después, contando casi 92, Jacinto Quincoces moría plácidamente en Valencia, marcando el camino que en los sesenta y en los setenta recorrerían grandes defensas como Garay, Carlos Alberto, Bobby Moore, Vogts o Facchetti, entre otros.

Futbolistas españoles de leyenda. Samitier.


Josep Samitier i Vilalta (Barcelona 1902-1972)

De todos los jugadores que alguna vez han vestido la camiseta azulgrana a lo largo de sus 110 años de historia, Samitier ha sido, sin duda, el más carismático de todos; aparte de ser el mejor jugador culé de la primera mitad del siglo XX.
A Samitier lo fichó el Barcelona procedente del Internacional de Sants con sólo 17 años y su fichaje se pagó en especies. A saber; un traje con chaleco y un reloj con esfera luminosa del que alardeaba cuando salía por las noches.
Debutó con el Barça en 1919 y pronto comenzó a destacar en un equipo donde también jugaba Ricardo Zamora.Ya al año siguiente participó en la Olimpiada de 1920, nexo común a todos estos grandes jugadores de principios del siglo pasado.
Conocido por el sobrenombre de "L'home llagosta" por su flexibilidad y su salto; no andaba exento de técnica y poseía una capacidad goleadora fuera de lo común a pesar de jugar como volante en sus primeros años en el club (más tarde se reconvertiría en delantero).
Los trece años que el Mago -como también se le conocía- permaneció en el Barcelona anduvieron parejos al transcurrir de la primera edad de Oro del Barça, hasta tal punto que el primer estadio, el campo de la calle Industria, se quedó pequeño, y en 1922 se inauguró el estadio de Les Corts. El inicio de la Guerra Civil cercenó de un tajo aquella época dorada, donde se ganaron diez campeonatos de Cataluña, cinco Copas y la primera Liga que se disputó en España (1928-29). En estos trece años Samitier marcaría 326 goles en 454 partidos, cifra tan sólo superada por su compañero Paulino Alcántara, conocido como "el Romperredes".
Samitier se encontraba ya en el declive de su carrera cuando Santiago Bernabéu lo fichaba para su Madrid en 1932. A sus treinta y cuatro años, el Mago jugaría dos temporadas en el eterno rival donde se encontró a su amigo Ricardo Zamora. Amigos inseparables, parece que el destino los unía.
A pesar de la "traición" de firmar por el Madrid, a Samitier nunca jamás la afición le echó en cara su fichaje. ¡Qué diferente a otros casos de traiciones sonadas! ¿verdad Figo?.
Tras su periplo por Chamartín, Samitier regresó al Barcelona en 1936, donde recibió un homenaje en Les Corts. Ese mismo año, un mes escaso antes de la Guerra Civil, el Barcelona llegó a la final de Copa y la perdería contra el Madrid, en un partido que fue el último de Zamora y donde el Divino, literalmente, se salió.
Samitier marchó exiliado a Francia donde jugó en el Niza y se trajo de Argentina a su íntimo Zamora. Al término de la guerra, Samitier regresó a Barcelona; donde permaneció durante algún tiempo apartado de cualquier actividad por temor a represalias y, en 1944 se hizo cargo del banquillo azulgrana, al que recompuso tras haber sido deshecho por la guerra. Ganó esa edición de Liga e introdujo ciertos cambios en la rutina de entrenamientos que podrían considerarse como precursores de los actuales: control alimenticio y de bebidas alcohólicas, rigor en los entrenamientos, preparación física y algo de psicología deportiva. En 1947 dejó el banquillo para dedicarse a la secretaría técnica y, entre otros grandes, trajo al Barcelona a César, Ramallets y Kubala, integrantes de aquel "Barça de les cinc Copes", y cuya delantera quedó inmortalizada en una canción de Serrat "Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón".
En el capítulo personal Samitier fue un auténtico jugador mediático de la época. Asiduo de la noche, hizo sus pinitos como actor en la película "Once pares de botas" y fue amigo personal de Carlos Gardel; hasta el punto que éste le dedicó un tango. Su muerte en 1972 se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo en la que toda la masa social culé se echó a la calle para despedirlo. Se iba el Mago Samitier,uno de los tres mejores jugadores del Barça en toda su historia.

Futbolistas españoles de leyenda. Zamora.


Ricardo Zamora Martínez. (Barcelona 1901-1978)

Hablar de Zamora es hacerlo del primero de la ilustre terna de porteros míticos de la España del blanco y negro, cuyos otros dos integrantes fueron Ramallets e Iríbar.
El joven Ricardo Zamora, al igual que otros muchos jugadores de su tiempo, destacó en otros deportes además del fútbol; en su caso atletismo, natación y boxeo, pero su altura (1.86) le hizo decantarse por defender una portería de fútbol y, con 16 años el Español se fijó en él. Tres años después fichó por el eterno rival, el Barcelona; donde permanecería tres temporadas, con el que ganó la Copa de 1920 y coincidió con el gran totem culé hasta la llegada de Kubala: Josep Samitier.
Ese mismo año el Español lo repescó ofreciéndole unas condiciones mareantes para la época -25.000 pesetas y 5.000 mensuales-, cantidad que el Barça no pudo igualar (algo impensable en la actualidad). El Barcelona se resarció fichando a un portero húngaro llamado Platko que ha pasado a la posteridad por el poema que Rafael Alberti escribió para él.
Zamora no sólo consiguió ese año la Copa, sino que formó parte de la selección que logró la medalla de plata en la Olimpiada de Amberes, y donde sus formidables actuaciones le hicieron ganarse el sobrenombre de "el Divino". Con sólo 21 años se consagraba como el mejor portero de Europa.
En el Español permaneció hasta 1930, erigiéndose en el mejor futbolista de la historia periquita. Ese año, el Real Madrid pagó al Español 100.000 pesetas por su fichaje, más 40.000 de ficha anual; en lo que se convirtió en el traspaso más caro hasta la fecha, y donde se engrandeció su estatus de leyenda. Con el club merengue ganó una Copa de la República (1936) y las Ligas de 1931 y 32 y con la selección participó en el Mundial de Italia 34. En el Madrid volvió a coincidir con Samitier, y no sería ésta la última vez.
Con el inicio de la Guerra Civil, Zamora permaneció semirrecluido en diferentes casas de Barcelona hasta que fue detenido. Tras su liberación se exilió en Argentina, de donde salió para firmar por el Niza; donde jugaba...Josep Samitier.
Volvió a España tras finalizar la guerra para entrenar y ganar con el Atlético Aviación la primera Liga franquista, en 1940. Su periplo por los banquillos lo llevaron, entre otros equipos, al Málaga, al Celta o al Español. También fue seleccionador de España y de Venezuela.
Ricardo Zamora no sólo pasó a la historia por ser el mejor portero de su época, sino también por inventar la "zamorana" -un despeje con el codo-.
Al igual que con Pichichi, el diario Marca instauró en la temporada 1958-59 un trofeo con su nombre; que premia al portero menos goleado.
Zamora murió en 1978 en su ciudad natal. Poco después de su muerte, el Ayuntamiento le dedicó una plaza con su nombre muy cerca del antiguo campo de la carretera de Sarriá, un muy merecido homenaje a uno de los más grandes que han guardado los tres palos de una portería, y uno de los precursores del paso al profesionalismo en el fútbol español.

Futbolistas españoles de leyenda. Belauste.


José María Belausteguigoitia Landaluce. (Bilbao 1889 - México D.F. 1964)

Belauste ha pasado a la historia por una frase lapidaria, frase que ha trascendido más allá del ámbito meramente futbolístico. Pero sería injusto que a un jugador de su categoría sólo se le recuerde por haber pronunciado dicha frase; el bueno de Belauste merece una semblanza mucho más amplia.
Amberes 1920. Juegos Olímpicos. La selección española se enfrenta a la de Suecia, España perdía 1-0, los suecos estaban dando más patadas de la cuenta y los ánimos andaban bastante caldeados. En ésto que en un golpe franco a favor de España, Belauste grita: " ¡A mí, Sabino, que los arrollo! " *
Belauste conecta un cabezazo y entra con tal virulencia que no sólo marca el gol que supondría el empate, sino que también entra él en la portería con todo lo que encuentra por delante, un par de defensas suecos incluidos. El jugador que botó la falta era Sabino Bilbao, compañero de Belauste en el Athletic. Posteriormente, el delantero también bilbaino Acedo lograría el gol de la victoria.
El heroico triunfo ante Suecia y sobre todo, el lance de Belauste, sirvieron de inspiración a unos periodistas italianos para acuñar el famoso apelativo de la "furia española" (furia rossa en el original) que desde entonces ha acompañado a la selección española hasta nuestros días.
Como ya he comentado antes, Belauste es algo más que el arquetipo de la furia española. Jugador de un físico imponente (1.93 y 95 kilos) destacó por su tremenda nobleza aparte de por su potencia y por jugar habitualmente con un pañuelo anudado en la cabeza -como su compañero de equipo y selección Pichichi-, lo que a buen seguro le confería un aspecto aún más rudo.
Formó junto a su hermano Pacho y Sabino un mediocampo de lujo en el Athletic de las décadas 10 y 20, con el que ganó seis Copas, 1910-11-14-15-16 y 21.
Fue el primer jugador de la historia del Athletic en alcanzar los cien partidos y el primer capitán de la selección española, amén de participar en el 12-1 del Athletic al Barça; mayor goleada en la historia de la Liga.
En el plano personal, Belauste fue un hombre culto -era licenciado en Derecho- y de profundas creencias religiosas. También practicó el montañismo, el lanzamiento de jabalina y el tenis además del fútbol y fue una persona comprometida con el nacionalismo vasco, puesto que militó primero en el PNV y,tras desmarcarse de las tesis de Sabino Arana, en ANV.
Al estallar la Guerra Civil, Belauste se exilió en México; donde murió de un cáncer de pulmón. Un año antes de su muerte, el Athletic le entregó la insignia de oro y brillantes.

* Otras fuentes aseguran que la frase fue: "A mí el pelotón Sabino, que los arrollo" Personalmente me decanto por la otra.

España-Suecia. Alineación. Zamora; Vallana,Arrate; Samitier,Belauste,Sabino; Pagaza,Sesúmaga,Patricio,Pichichi y Acedo.

Futbolistas españoles de leyenda. Pichichi.


Rafael Moreno Aranzadi. (Bilbao 1892-1922)

Rafael Moreno "Pichichi" es el primero de los jugadores homenajeados en esta saga. El primero por orden cronólogico y, sobre todo, por merecimiento. Si existe en el fútbol español un jugador con una aureola de leyenda con mayúsculas, ese es Pichichi.
Nacido en Bilbao en el seno de una familia acomodada -era sobrino de Unamuno-, desde muy niño comenzó a destacar entre chavales mayores que él y ya con 19 años debutó con el Athletic. Pichichi era físicamente algo desgarbado y jugaba con un pañuelo anudado en la cabeza, no con la cabeza vendada como mucha gente piensa.
Jugador adelantado a su tiempo, aúnaba potencia física, técnica, regate, disparo y un excepcional remate de cabeza. No sólo era el mejor jugador español ,con diferencia, de su tiempo; sino que me atrevería a decir que fue el mejor futbolista europeo fuera de las islas británicas.
En 1913, el Athletic por fin pudo jugar en un campo propio -San Mamés- y a Pichichi le correspondió el honor de ser el primer jugador en marcar en la Catedral. Conquistó con su equipo de siempre los títulos de Copa de 1914,1915,1916 y 1921 y formó parte de la selección española que se llevó la medalla de plata en Amberes 1920, siendo pieza fundamental.
Poco después de ganar la Copa de 1921, anunció su retirada para dedicarse al arbitraje, pero su carrera arbitral quedó truncada al contraer el tifus y morir el 1 de Marzo de 1922, sin haber cumplido aún los treinta años, lo que hizo que su leyenda adquiriera tintes gigantescos.
En 1926, se colocó en San Mamés un busto suyo esculpido por el artista Quintín de la Torre en el que, tradicionalmente, cualquier equipo que visite por primera vez San Mamés deposita en él un ramo de flores; y en la temporada 52-53, el diario Marca instauró un trofeo con su nombre al máximo goleador de la Liga, una liga que nunca llegó a disputar.

Futbolistas españoles de leyenda.


En 1873, las minas de Riotinto de Huelva pasaron a ser explotadas por ingleses. Como consecuencia de ello, muchos se instalaron allí e introdujeron sus costumbres, una de ellas era un juego desconocido aquí en España y que se llamaba "foot-ball". El juego caló pronto entre los mineros onubenses, pero también entre los jóvenes burgueses, que inmediatamente fueron seducidos por ese, hasta entonces, extravagante "sport" al que se jugaba con una pelota de cuero. Estos sportmen -pijos de la época, para entendernos- comenzaron a organizarse para jugar contra marineros o mineros ingleses y, más tarde, dedicarse a fundar los primeros clubes; así en 1889 nació el Huelva Recreation Club, decano del fútbol español.
Casi a la misma vez, en pleno apogeo de la tardía revolución industrial en España, los ricos industriales vizcainos mandaban a sus hijos a estudiar a Inglaterra o a Escocia, lo que propició que éstos se aficionaran al fútbol y acabaran introduciéndolo también por el norte de la península. De este modo, en 1894 se disputó el primer partido de fútbol en Vizcaya y en 1898 nació el Athletic Club.
Rápidamente comenzaron a proliferar equipos por toda la geografía española. Barcelona en 1899, Espanyol en 1900 o Real Madrid en 1902. Precisamente en ese mismo año se disputó el primer torneo oficial, la Copa de España, ganada por el Bizcaya; conjunto éste resultante de la unión del Athletic Club y el Bilbao Football Club.
La disputa de la primera copa no sólo hizo impulsar la fundación de bastantes más equipos (Racing, Sevilla, Betis, Real Unión de Irún etc.) sino que consolidó la práctica del fútbol o balompié -con el paso de los años se iban castellanizando los vocablos ingleses- pasando de ser una estrambótica afición de burgueses a un fenómeno social; y comenzando a ensombrecer a las abominables corridas de toros, que hasta entonces eran el único acontecimiento capaz de congregar a miles de personas en un recinto cerrado.
Que esta pequeña introducción histórica sirva como preámbulo a una sección en la que quiero homenajear y dar a conocer más en profundidad a lo más relevante de esa pléyade de jugadores españoles que surgieron entre las décadas del 10 al 70 del pasado siglo (lo que se conoce como jugadores en blanco y negro) y cuyos hitos son la medalla de plata de la Olimpiada de Amberes en 1920 y la consecución de la Eurocopa de 1964.