martes, 24 de noviembre de 2009

Futbolistas españoles de leyenda. César.


César Rodríguez Álvarez (León 1920-Barcelona 1995).

El fin de la Guerra Civil española supuso un empezar de cero para, prácticamente, la totalidad de los clubes. Especialmente perjudicados fueron los equipos catalanes y vascos, pero quien más quien menos, todos sufrieron la pérdida de algún jugador, ya fuera por motivo de exilio o, directamente por muerte en combate. Enormemente dolorosa resultó ser la situación del Barcelona. En 1936 su presidente Josep Sunyol fue fusilado al internarse por error en zona nacional, cerca de Guadalajara, cuando se dirigía en coche a Madrid; en 1937 el Barcelona recibía una invitación para jugar una serie de partidos amistosos en México, que tuvieron su continuación en otros cuatro en Nueva York. De los veinte expedicionarios que zarparon de Barcelona sólo volvieron ocho. Durante la contienda, en 1938, murió el blaugrana Ángel Arocha, que combatía en el bando nacional.
Ante semejante panorama, el Barça se vio obligado a resurgir de sus cenizas. Con un equipo descabezado, a punto estuvo de disputar la promoción de descenso la temporada 39-40 que ganó el Atlético Aviación -la del reinicio de la Liga-; aunque peor fueron las cosas en la 41-42, donde sí hubo de jugarse la permanencia contra el Murcia, permanencia que se acabó consiguiendo.
En esa misma aciaga temporada, el Barcelona recuperó del Granada a un joven delantero que fichó dos años antes del Frente de Juventudes de León y por el que pagó mil pesetas. Su nombre era César Rodríguez.
Cuando el Barça fichó a César sólo contaba diecisiete años y al año siguiente (1940) fue llamado a filas, tocándole realizar el servicio militar en Granada, donde alternó sus obligaciones castrenses con su participación en el Granada Club de Fútbol que por primera vez ascendió a la máxima categoría.
Ya de pleno derecho en la disciplina azulgrana, César adquirió el mismo tono grisáceo de sus compañeros de la primera mitad de los cuarenta, bajo la presidencia del Marqués de la Mesa de Asta, que no se mitigó ni con la consecución de la Copa de 1942.
1944 fue un año clave en la historia del Barcelona y de César en particular. Tras volver de su periplo en Francia y tras permanecer unos años apartado de cualquier actividad por ser republicano, Josep Samitier -el mejor jugador de la historia del Barça con permiso de Kubala, Guardiola o Luis Suárez (omito deliberadamente a Johan Cruyff)- se hace cargo del banquillo azulgrana. El Mago le dio un aire nuevo a un equipo abúlico con un halo permanente de fracaso y le devolvió la ilusión del triunfo; consiguiendo la Liga ganando en la penúltima jornada 5-2 al Athletic, con el 5-0 al Madrid de Bernabéu como victoria más significativa. De la mano de Samitier, la segunda edad de oro del Barça había comenzado.
No se entiende la figura de César sin Samitier. Su primera temporada coincide con la explosión como goleador del leonés. 15,11 y 10 goles fueron el bagaje de César durante las tres temporadas que Samitier permaneció en el banquillo. Con el relevo de Samitier por el uruguayo Enrique Fernández, las cifras goleadoras de César continuaron engordando, así como con los sucesivos entrenadores que dirigieron al Barcelona, entre ellos ilustres como Fernando Daucik; llegando a marcar 29 goles en 24 partidos en la temporada 50-51, temporada en la que el Barcelona acabó cuarto. A pesar de su regularidad goleadora en las quince temporadas que permaneció en el Barça, "el Pelucas" -apodo por el que se le conocía debido a su galopante alopecia- sólo se proclamó máximo goleador en una sola ocasión, en la temporada 48-49, con 28 goles. Hay que matizar que César tuvo la "mala suerte" de coincidir al principio de su carrera con nueves como Pruden y Mundo; y después con el mejor delantero centro de la historia de España: Don Telmo Zarraonaindía.
Implacable cabeceador, César además destacó por su golpeo con las dos piernas y su elegancia de movimientos. Cronológicamente, César fue el primero de aquella mágica delantera constituida por él mismo, Basora, Kubala, Moreno y Manchón; la delantera del Barça de las Cinco Copas de la década de los cincuenta; las tres primeras consecutivas 51,52 y 53. El palmarés de nuestro protagonista se completa con la consecución de cinco Ligas (44-45,47-48,48-49,51-52 y 52-53) y doce internacionalidades con la selección, siempre tras la alargadísima sombra de Zarra.
La temporada 54-55 fue la última de César en el Barcelona. El poco tacto que italiano Puppo tuvo con el delantero, al que daba por acabado, precipitó su salida por la puerta de atrás, algo que sin duda no merecía. El tal Puppo sólo permaneció en el club esa temporada al acabar segundo a cuatro puntos del Madrid. Le sustituyó en el banquillo otra leyenda azulgrana: el mítico portero húngaro Franz Platko, al que Alberti dedicó un famoso poema.
César regresó a su tierra para jugar un año en la Cultural Leonesa y acabar su carrera como futbolista en 1958 en el Elche. Entre medias un breve paso por el fúbol francés defendiendo los colores del Perpignan.
Como entrenador dirigió al Barcelona en 1963, dimitiendo a la temporada siguiente tras ser multado por la directiva junto al resto de la plantilla por un partido desastroso ante el Levante. Volvió en 1980 como segundo entrenador del Barça con su antiguo compañero y gran amigo Kubala, pero el húngaro fue cesado y sustituido por Helenio Herrera. Retirado definitivamente de todo lo relacionado por el fútbol, César moría el 1 de Marzo de 1995. A día de hoy sigue siendo el máximo realizador de la historia del Barcelona con 235 goles, 195 en Liga.

2 comentarios:

  1. Posiblemente lo fuera en su época, amigo anónimo. Lamentablemente, ahora ando tan ocupado que apenas tengo tiempo para el blog, porque aún me quedan al menos diez leyendas a las que dedicarle un post. Espero retomarlo lo antes posible.

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